- Antes de lavarte la cara, lávate las manos con jabón. Si tus manos están sucias, la espuma no saldrá suficientemente bien y los gérmenes de las manos ensuciarán la piel más de la cuenta.
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Enjuaga tu cara con agua tibia. Si te aplicas un limpiadorfacial sobre piel seca, hay riesgo de que la espuma se desintegra más fácil.
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Haz mucha espuma con el limpiador La clave para hacer buenas burbujas es mojarlas con agua repetidamente mientras envolviéndolas con aire. De esta manera, podrás formar muchas burbujas finas y elásticas. Si no puedes o no quieres hacer esto con las manos, puedes usar una red y hacer mucha espuma en poco tiempo. La mejor manera de enjabonar el limpiadorfacial es hacer una espuma densa que no se caiga incluso poniendo las manos mirando hacia abajo.
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Coloca una buena cantidad de espuma sobre tu piel y lávate todo el rostro como si estuvieras enrollando la espuma. Use la yema del dedo para limpiar cuidadosamente la zona “T” alrededor de la nariz y la frente, que tienen mucho sebo. Las personas con piel grasa y las que están preocupadas por la suciedad en sus poros tienden a frotarse la piel, pero esto no hace falta porque la abundante espuma absorberá la suciedad con firmeza. Lávate suave y cuidadosamente.
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Enjuágate bien con agua tibia. La línea del cabello, de la nariz y de la cara se tienden dejar sin enjuagar a menudo, así que asegúrate bien de enjuagar esas partes.
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Sécate el agua de la cara con una toalla suave y limpia presionándola suavemente sobre la piel. Sin frotar la piel, seca suavemente el agua.
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